Realidades aumentadas y realidades virtuales para recrear otras realidades.

Una de las primeras aproximaciones que tuve a la Realidad Virtual tal y como la conocemos ahora fue en el ciclo «Transmedia y contenidos Digitales» organizado por la Fundación Telefónica en 2014. David Varela explicaba un proyecto –Meet Lucy– que había hecho como test para demostrar cómo se podría sensibilizar sobre las duras condiciones de vida en los pisos británicos de vivienda social. Varela contaba que se había extendido entre sus conciudadanos la creencia de que había una parte de la población que se dedicaba a vivir de las ayudas, sin trabajar, y que el Estado, además, les ponía casas: que eran unos privilegiados. Pero, lejos de ser así, las condiciones en las que vivían estas personas en riesgo de exclusión social eran durísimas y salir de aquello, muy complicado. Y eso quería contar: que no eran privilegiados, que eran personas que necesitaban ayuda, y que esas casas que parte de la población consideraba casi palacetes, eran casi una trampa. Así que hicieron un proyecto transmediático doble, y uno de los canales era un piloto para Oculus donde los visitantes se metían en una cabina y se ponían unas gafas de realidad virtual con las que recorrían esas casas. La cabina se usaba para aportar una cuarta dimensión a la experiencia. Así, cuando el usuario «se acercaba» al horno, podía sentir el calor. Si se acercaba a la ventana del patio interior, podía sentir los olores y los vapores. Si se acercaba a la ventana exterior, los ruidos. Una imagen vale más que mil palabras y una inmersión en la realidad -aunque sea virtual- mucho más.

Casi desde el principio se ha intuido que la realidad virtual se podría convertir en un aliado en la parte «serious» del «serious gaming».  En aquella época de la conferencia de Varela yo trabajaba en una empresa de videojuegos y no eran pocos los proyectos que nos llegaban pidiéndonos desarrollos para entrenamiento mediante Realidad Aumentada (fue justo antes del parón) y entrenamiento mediante Realidad Virtual. Entrenamientos en habilidades y actividades cuya formación presencial disparaba los costes que se ahorrarían, considerablemente.

Pero más allá del punto de vista empresarial, surgieron infinidad de proyectos cuyo objetivo era favorecer la empatía: si me pongo en tus zapatos, entonces es posible que lo entienda mejor.

Hace un tiempo, en este mismo blog, hablé de un proyecto para Oculus para ver Siria desde dentro y entender mejor la magnitud del conflicto. Era un proyecto para ABC que ahora no está en su web pero se puede ver aquí. Desde entonces la Realidad Virtual se ha convertido en un recurso habitual para contar noticias y para dar forma a reportajes y documentales (hay muchísimos ejemplos: ABC VR, NYT VR, The Guardian y en casa, tenemos experiencias muy interesantes en el LAB de RTVE).

Un estudio de la universidad de Stanford demuestra lo que hasta ahora se intuía: que la realidad virtual nos ayuda a ser más compasivos, a mejorar nuestra empatía. Para llevar a cabo el estudio usaron este Becoming Homeless:

Hay otros artículos como este que también hablan en profundidad del tema.

Otra experiencia muy interesante sobre cómo usar la RV como vehículo para la empatía es este caso –Machine to be another– donde la tecnología nos ayuda a ponernos en la piel de una persona transgénero.

Y no habría ciencia sin disidencia, así que en este otro artículo se plantea si este proyecto es capaz, realmente, de cumplir sus objetivos.

Médicos sin Fronteras utiliza de forma recurrente la realidad virtual para acercarnos a la realidad real de miles de personas. Recientemente estuvieron en Matadero Madrid mostrando con dispositivos 360º cómo es la vida de los refugiados. Seguir con vida tiene varias propuestas, como esta a bordo de una lancha de rescate:

Algunos medios se han unido para lanzar de forma conjunta una plataforma que recoge distintas experiencias donde la empatía se ejercita a través de la realidad virtual, como este Project Emphaty VR. Es muy interesante este caso en el que quieren empatizar sobre algo sobre lo que la población tiene, de partida, poca voluntad empática. La cárcel.

No sé si con la velocidad con la que se suceden las distintas herramientas tecnológicas podemos afirmar ya vehementemente que la RV es la herramienta que debemos usar para mejorar la empatía. Necesitamos aún más estudios que puedan valorar, también, los efectos a medio y largo plazo. Habrá que esperar, probar y ver. Pero este camino que se abre es muy esperanzador.