La ciudad como parque de juegos

Durante estos terribles meses que estamos viviendo en todo el mundo, una cosa ha quedado de manifiesto: las grandes urbes no están diseñadas para vivirlas sino como grandes contenedores de personas que van al trabajo, que van al colegio y que pasan poco tiempo en sus calles y sus barrios. Urbanizaciones construidas hacia dentro de sí mismas, plazas con señales de prohibido jugar y carreteras demasiado peligrosas para ir en bici. Todo esto se multiplica por mil cuando miramos a la infancia. Las grandes ciudades les han construido zonas de juegos a su medida -que en muchos barrios son escasas y muchas veces están bandalizadas- y los menores que no viven en urbanizaciones no tienen espacio para jugar con sus iguales sin la constante vigilancia de un adulto. Con el balón en casa, porque está prohibido jugar a la pelota, con la bici en casa -o en el pueblo, los afortunados que tienen pueblo- porque no se puede bajar a la calle con la bici, con pocas instalaciones deportivas de acceso público y un sambenito: «estos niños y niñas están todo el día pegados a la pantalla, normal que haya tanta obesidad infantil». ¿Hemos mirado a nuestro alrededor a ver si el problema es más del entorno en el que viven que de sus cada vez menos alternativas de ocio sin pantallas? Un problema que, además, se agranda cuando lo miramos desde la perspectiva de la falta de oportunidades en determinados grupos sociales y barrios.

Cuando las ciudades empezaron a desconfinarse se vivió un fenómeno global en muchas de ellas -en aquellas preocupadas por cuidar a la ciudadanía-: se reconquistaron las calles. Se cerraron al tráfico, se repensaron, en algunos casos con mobiliario temporal, en otros casos mobiliario temporal que se convirtiría en permanente, se llenaron de bicis y se recuperaron para el ocio y para el juego. Más allá de la cesión del espacio público a distintos negocios para que puedan seguir operando con la tranquilidad del aire libre -recordemos que este vírus es aéreo y que es muy peligroso estar en sitios cerrados sin mascarilla, por ejemplo comiendo o bebiendo- o de habilitar carriles para facilitar los desplazamientos individuales no contaminantes (andar, bicis y patinetes), ha sido precioso el ejemplo de las ciudades que han cedido las calles a la infancia. Una reivindicación histórica para muchas entidades y agrupaciones que se ha convertido en imprescindible para vivir las ciudades con seguirdad. Voy a recopilar algunos ejemplos de lo bonitas que están las calles cuando se convierten en patios de juegos.

–> En este artículo de Forbes, «How to make streets kid friendly» recogen algunas de las recomendaciones de la guía «Designing street for kids» de Global Designing Cities Initiative. El programa «Street for kids» de Global Designing Cities, que no surge a raíz del COVID19 sino para paliar la desigualdad en las ciudades, es muy interesante y se puede encontrar información en este enlace y en este otro. Cuando las ciudades se rediseñan pensando en la infancia, nos dejan imágenes como estas:

Créditos: NACTO GDCI
Fortaleza, Brasil. Créditos: NACTO GDCI
Fortaleza, Brasil. Créditos: NACTO GDCI

La organización NACTO creo este verano un programa de ayudas para los proyectos más innovadores que transformaran las calles de carreteras a zonas habitables y seguras en un entorno pandémico, poniendo el foco, como en el caso anterior, en prevenir la desigualdad social.

Evento Open Streets en Red Hook, Brooklyn. Fuente: Street Lab via Creative Commons.

Este verano hemos visto cómo algunas ciudades se vestían de colores para ser más vivibles y transitables. Es el caso de Barcelona:

El proyecto de las supermanzanas barcelonesas no es nuevo -y está siendo referenciado mundialmente como ejemplo de ciudad de 30 minutos-. Así es cómo ha cambiado el entorno en dos años:

Viena también ha apostado por transformar su centro dándole espacio a los peatones y a la infancia.

En Bruselas, las calles de verano imaginan cómo serán las ciudades del mañana. Precioso y muy completo artículo de Bruzz que nos deja imágenes como esta:

© Ivan Put  para Bruzz

También las calles se llenan de verano y niños en el proyecto del mismo nombre de Rotterdam:

En Tel Aviv, el proyecto Places for People, Basel Square, un proyecto del municipio y de la Fundación Bernard van Leer encargado a Humankind y Nadel Roizin Architects para una rápida intervención que convirtió la plaza Basel en un lugar más colorido y jugable y habitable:

La pandemia nos ha servido para darnos cuenta de que las grandes urbes, tal y como estaban diseñadas, son disfuncionales. Toca repensar los espacios y las ciudades para hacerlos más habitables y sostenibles. Este frenazo a nuestro antiguo modo de vida puede ser una gran oportunidad.


Para saber más:

–> «From “streets for traffic” to “streets for people”: can street experiments transform urban mobility?«

–> Eurocities «Reclaiming the streets»

–> Houston Is Using The Pandemic As An Opportunity To Build A Resilient Smart City

–> Top Mayors Pledge to Build 15-Minute Cities For COVID-19 Recovery

–> Architecture firm reimagines NYC without cars

–> Car bans: Your city could be next

–> The Struggle for the Urban Soundscape