Un Ballet transmedia

Con cuatro años mi madre me fijó el moño con kilos de gomina, me puso las medias color carne, el maillot blanco, me ató las zapatillas y sujetó el nudo con laca, me puso la faldita de tul y me dio un beso antes de animarme a entrar a la sala de espera donde estaba ya Andrea, mi compañera y donde Arcadio, nuestro profesor de ballet, nos colocaría una chapa (azul a mí, rosa a Andrea). La pianista nos indicaría cuándo entrar y así nos enfrentamos al que fue nuestro primer examen de ballet. La examinadora, inglesa, nos miraba detrás de una mesa camilla en algo que resultaba más ficción que realidad. Y nosotras sonreíamos mucho, que es lo que nos habían dicho que teníamos que hacer y que hicimos, juntas, hasta los 16 años.

Fue así como conocí la existencia de The Royal Ballet de Londres, que era quien nos examinaba en algo que, a día de hoy, empiezo a pensar si tendría validez o era pura fanfarria. Desde entonces no he dejado de seguir la trayectoria de ese ballet. He ido a verlos a Madrid siempre que el tiempo y la economía lo han permitido y lloré de emoción cuando por fin vi su Bella Durmiente. Ahora están más cerca gracias a internet y (redoble de tambores) a través de los contenidos digitales.

Lejos del encorsetamiento que podríamos imaginar de una institución como The Royal Opera House o de una disciplina como la danza clásica, el ballet ha abierto su mente hacia todos los medios de difusión y comunicación a su alcance. La afición inglesa al ballet permite tener más grandes compañías. Otra de ellas, el English National Ballet, está dirigida por la española Tamara Rojo.

Gracias a Sara, descubrí las cuentas de twitter del Royal Opera Housedel Royal Ballet y del English National Ballet . Fue ella, en mis visitas a la City, la que me contó que allí los bailarines son reconocidos y reconocibles y que -hablo de hace 3 ó 4 años- son muy activos y seguidos en las redes sociales. Las instituciones, con una estrategia cercana pero formal y muy bien definida (preciosas fotografías en su cuenta de Instagram), se acompañan del uso de las redes más informal y cercano que hacen los bailarines y los bloggers y fans del ballet (que, en Inglaterra, son multitud; por ejemplo, The Ballet Bag).

«Agony and Ecstasy: a year with English National Ballet» es una producción de la BBC sobre English National Ballet. Emitida en 2011, está formada por tres episodios de 59 minutos de duración que cuentan el proceso de creación y desarrollo de tres espectáculos: «El lago de los Cisnes», «Romeo y Julieta» y «El Cascanueces». Está narrado en formato de falso documental, muy bien guionizado y mejor rodado.

Hace unas semanas, The Royal Opera House lideró una iniciativa muy innovadora para celebrar el día mundial del Ballet: World Ballet Day. Durante 24 horas, 5 importantes compañías de danza clásica emitirían en streaming sus clases, ensayos, entrevistas y conferencias. Además de The Royal Ballet participaron The Australian Ballet, Bolshoi Ballet, The National Ballet of Canada y San Francisco Ballet . Se emitió todo el contenido a través del streaming HD de YouTube a la vez que protagonistas y fans lo comentaban en las redes sociales con el HT  #worldballetday. Los husos horarios facilitaron que las proyecciones no se solaparan y que, en cualquier momento del día, se pudiera seguir en directo lo que hacían los mejores bailarines en distintas partes del mundo. Fue espectacular.


El ballet ha decidido no caer en el olvido y adaptarse a las nuevas formas de comunicación y de transmisión de la información que le permiten fidelizar a sus espectadores y, también, captar nuevos seguidores. Si después de leer este post usted es uno/a de ellos/as, dese una vuelta por los canales de YouTube de algunos de estos ballets:

 

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