¿Qué está pasando con los móviles, las redes y los adolescentes y menores?

Recientemente (esto está escrito el 9 de junio de 2024) se ha anunciado el anteproyecto de Ley en España que pretende elevar la edad en la que los menores pueden abrirse una cuenta en redes sociales, pasando de 14 a 16 años. Esto forma parte de un movimiento global que está tomando diferentes ángulos en función del país pero que parte de un cierto consenso en la ciencia social y en algunos gobiernos que parece no haber calado aún lo suficiente a toda la opinión pública: los móviles y las redes sociales son tremendamente nocivas en manos de menores. Y cuando digo tremendamente nocivas es que hay estudios que están comparando el impacto que tiene el abuso de pantallas en menores con el consumo de drogas. Recientemente, para hablar con Roger Casas-Alatriste en sendas mesas redondas en Caixaforum Macaya y en el live del podcast ‘Cuidado con las macros ocultas‘ estuve documentándome más sobre este tema y he pensado que, además de hacer un hilo en el artista antes conocido como Twitter, podía recopilar la información en un post, por si podía resultar de utilidad a las familias que estéis en ese momento de decidir si le compráis o no un smartphone a vuestros adolescentes (spoiler: no lo compréis). Y añadiré algo, aunque no ejerza desde hace un montón de años, yo, de formación, soy psicóloga educativa/ infantil. Que no me da ninguna autoridad, pero me coloca con una mirada constante de protección a la infancia. El primer paper que publiqué hace mil años, “De la generación del pulgar a la generación del índice’ ya abordaba la relación de los menores en las primeras pantallas.

La primera vez que oí hablar sobre tiempo de reducción de exposición a pantallas para menores fue por parte del gobierno de China y estaba relacionado con todo el tiempo de pantalla, especialmente, los videojuegos. No recuerdo exactamente cuándo fue, pero creo que a la vuelta de los confinamientos de 2020. Ahora, unos años después, en este artículo recogen las medidas y los resultados obtenidos hasta la fecha con las medidas aplicadas en China para reducir el tiempo de pantalla de los menores, desde el impacto cognitivo al sedentarismo.

La Unión Europea ya lleva desde 2018 preguntándose si los europeos estamos demasiado pegados a las pantallas, pero parece que hasta 2023 no empezó a plantearse seriamente lo de limitar el tiempo de pantalla de los adolescentes.

De aquí salen dos líneas diferentes: cómo de malas son las redes y las pantallas para la población general y cómo de pésimas son para la infancia y la adolescencia. Yo me voy a centrar en lo segundo, pero puedes averiguar sobre lo primero mirando tu tiempo de pantalla en el móvil (no lo hagás, ay), o leyendo libros como el del propio Roger «Tu atención, por favor» (viene de su pódcast, del mismo título), el libro «Dopamine nation» de Daniel Z. Lieberman y Michael E. Long E, ‘El valor de la atención‘ de Johann Hari o ‘Generación Dopamina‘ de Anna Lembke. También recomiendo mucho el pódcast ‘Your Undivided Attention‘ de Tristan Harris y Aza Raskin. Aza Raskin es el arrepentidísimo creador del scroll down infinito (el culpable del dumb scrolling o, de lo que es lo mismo, que nos quedemos pegados al móvil durante horas sin darnos cuenta). Tan arrepentido está el tipo de lo que en su momento parecía una buena idea (as in solución tecnológica para no tener que pasar de página todo el rato) que es uno de los fundadores del Center for Human Technology, una de las muchas instituciones que hay alrededor del mundo tratando de poner un poco de corazón y cabeza a la tecnología despiadada. Y nadie mejor que él para conocer la envergadura del peligro de la tecnología sin control. En su pódcast se dan pistas y recursos, se habla con expertos y se pone el foco en la responsabilidad que debemos exigir a las tecnológicas antes de que lancen un producto al mercado. También, nos ayuda a ser usuarios informados. Y, finalmente, este «The State of the Culture, 2024» de Ted Gioia que tanto se compartió hace unos meses, en el que hace una clara diferenciación entre cultura, entretenimiento y distracción y adicción y el impacto que los mecanismos de la adicción están teniendo sobre le hecho cultural:

Paso a la siguiente línea: menores y adolescentes en el entorno digital. Y voy a poner una alerta porque los contenidos que voy a enlazar a continuación son muy muy duros: hablan de suicidios, hablan de sextorsión, hablan de trastornos de la conducta alimentaria (TCA), hablan de abusos de menores… No es un tema fácil de abordar pero, desafortunadamente, es un tema mucho más habitual de lo que nos gustaría creer. «No, mi hijo, mi hija, no, me lo contaría». Por favor, no os confiéis. Desafortunadamente, ahora mismo nadie está a salvo. Y menos los menores. Voy a dividir esto en tres partes: a) por qué las redes sociales son adictivas (con sus mecanismos de adicción y el impacto cognitivo, con su aumento de depresión y TCAs), b) qué peligros adicionales hay (sextorsión a menor o mayor escala) y c) qué están haciendo las familias que ya pone en peligro a los menores y que, además, modela el paso hacia la adicción o la exposición excesiva en redes. Y, también, qué cosas buenas están haciendo ya las familias.

1. Las redes sociales, la dopamina y la adicción

Antes de empezar: los cerebros adolescentes (y más cuanto más pequeños) son cerebros EN DESARROLLO. No han llegado a su fase de madurez cognitiva y por muchas herramientas que les demos, su cerebro no está en el mismo sitio que el de un adulto para tomar decisiones responsables. Igual que no han terminado de crecer, no ha terminado de crecerles la barba o de ocupar su cuerpo de jóvenes adultos, su cerebro está aún a medias. No podemos dejarles a ellos la exclusividad de la toma de decisiones sobre todo en cosas que afectan a su seguridad personal. Igual que aún tienen hora para volver a casa o les acompañáis a comprar ropa o a matricularse al instituto, hay que acompañarlos para navegar por internet. Y, para no ponerme muy técnica, y como ya me he referido antes a distintos manuales sobre la dopamina, por qué nos hacemos adictos a la tecnología por ese «hackeo» al sistema dopaminérgico que hacen los algortimos (hay estudios que dicen que darle un móvil conectado a internet a un menor es como darle cocaína por el impacto que tiene en su cerebro en desarrollo) y demás, voy a empezar por lo más mediático: el juicio a Meta. Hace unos años, una fuente interna trabajadora de Meta (Frances Haugen) denunció que el algoritmo prescriptor de contenido estaba enviando contenido nocivo a menores a propósito: era contenido que incitaba a TCAs o a la depresión y al suicidio, contenido que les decía que sus cuerpos o sus vidas eran una mierda, básicamente. Que Meta lo sabía, que Zuckeberg lo sabía, pero que decidieron seguir adelante. ¿Por qué? Porque ese contenido hacía que los adolescentes pasaran muchas más horas en la plataforma (en Instagram, en este caso; probablemente no es diferente en TikTok): la mierda, desafortunadamente, nos «engancha» mucho más que lo bueno. En el podcast ‘Your Undivided Attention» entrevistaron a esta whistelblower en 2021:

Por sacar algo bueno de la entrevista a Haugen diré que comparto con ella esa ilusión quizá naïf de querer tener una tecnología y unas redes sociales digitales «seguras». Que no hagan trampa para tenernos ahí. Lo del algoritmo lo explican, también, en The Guardian y en este episodio de ‘Hoy en El País’

Como decía, no es solo el suicidio, también todo lo que tiene que ver con dañar la autoimagen corporal.

El juicio está en marcha. Zuckeberg parece que se ha librado de responsabilidad en la primera vuelta, pero hay un montón de familias afectadas que se están uniendo para que no se libre. En este episodio también de «Your Undivided Attention» hablan con el bufete de abogados que está llevando la causa común contra Meta / Zuckeberg por este tema. El episodio es extremadamente duro, porque hablan familias que han perdido a sus adolescentes a causa de las redes sociales. Pero creo que es importante escucharlo porque ellos mismos son de los de «yo pensaba que a mi hijo/ hija esto nunca le iba a pasar, que le había educado bien para protegerse online«. Desafortunadamente, eso no protege ante un algoritmo diseñado para dañar.

Laura Marquez- Garrett es una de las socias fundadoras de The Social Media Victims Law Center (Legal Advocates For Victims of Social Media), que en mi cabeza es un poco la película de Erin Brockovich pero en lugar de agua contaminada, con algoritmos chungos de redes sociales. Me pierdo en el sistema judicial estadounidense, pero hay 41 estados de EEUU reclamando a Facebook por el daño causado a menores, y la Unión Europea, también va a abrir una causa, al haber comprobado que, efectivamente, Facebook e Instagram son adictivos para los menores. A fecha de 16 de mayo de 2024, la Comisión Europea anuncia que se abre un procedimiento formal contra Meta: Commission opens formal proceedings against Meta under the Digital Services Act related to the protection of minors on Facebook and Instagram. Además de la acción colectiva, está la acción individual: A professor is suing Facebook over its recommendation algorithms (también mayo de 2024). Es tan obvio y sabido que ha sido así, que hasta el propio Zuckeberg se «disculpó» ante el senado estadounidense por haberlo consentido:

En abril (2024), algunas de las acusaciones que se le habían hecho a Zuckeberg fueron desestimadas.

Una vez que ya sabemos que no es que intuyamos que las redes sociales son «malas» para los y las menores, ahora que sabemos que hasta el propio Zuckeberg lo reconoce, ahora que sabemos que son una pieza clave en la epidemia de ansiedad y depresión que está sufriendo la población adolescente, vamos al siguiente paso: la violencia sexual contra los y las menores en redes sociales.

Para otro post me dejo aquí anotado hablar del impacto que las apps de citas tienen también en adolescentes y jóvenes (The Impact of Dating Applications on Adolescent Development: A Psychological Perspective, Adolescent Use of Dating Applications and the Associations with Online Victimization and Psychological Distress, The Psychological Effects of Online Dating for Young Adults). Lo que parecen indicar los datos es que el consumo de usar y tirar de las apps de citas están modelando el comportamiento romántico de adolescentes y jóvenes.

2. Sextorsión y otras formas de agresiones sexuales a menores en Internet.

Además de los algoritmos que hacen que a los y las menores les salga determinado contenido perjudicial cuando navegan por redes sociales, hay otro tipo de peligros que también les están llevando, desafortunadamente, al suicidio. La sextorsión sucede cuando se extorsionan a personas con fotos o vídeos suyos comprometedoras (reales o deepfakes). Lo que yo pensaba que era una práctica entre iguales, sobre todo en el caso de adolescentes, resulta que es, también, una práctica habitual entre mafias. Mafias extorsionando a menores online. Funciona así: crean un perfil falso en redes sociales (instagram y tik tok sore todo) de una chica adolescente, desde ese perfil «bombardean» a cientos de cuentas de chicos adolescentes (para mi sorpresa, en los casos analizados, el 91% de los extorsionados son menores varones), algunos de ellos «pican» y creen que han ligado con una chavala online, empiezan las conversaciones y entonces, ella empieza a pedir contenido íntimo. Y el chaval lo envía. Y ahí empieza la extorsión pidiéndole dinero con la amenaza de difundir la imagen entre todos sus contactos si no lo hacen. La serie ‘Intimidad‘ de Netflix se basa en el caso real de una mujer que se suicidó cuando sus compañeros de trabajo difundieron imágenes íntimas de ella. Esto pasó en el País Vasco hace no tanto. Y era una mujer adulta, con todos los recursos cognitivos ya a su disposición. Cuando la sextorsión sucede en menores, expertos y expertas señalan que hay variables que juegan a favor de los delincuentes: los chavales (varones), especialmente acomplejados por un cuerpo que no termina de ser adulto pero que ya no es niño, que tienden a ser más introvertidos y a no sentirse «débiles» por la presión de grupo. Muchos no pueden con ello. En este episodio del daily de The Guardian abordan este tema y hablan de redes organizadas en países como Nigeria. De nuevo, es un episodio muy muy duro porque hablan familias de menores que no sobrevivieron a la sextorsión. Los expertos dan pistas sobre cómo podemos ayudar a nuestros menores a protegerse.

Uno de los episodios de la serie Black Box, también de The Guardian, aborda el caso que sucedió en Almendralejo a finales de verano de 2023: unos adolescentes varones, usando una app de deepfake, habían «desnudado» a sus compañeras de instituto (algunas hasta de 11 años) y habían compartido esas imágenes por distintos grupos de whatsapp donde (o, sorpresa), no solo había menores. La voz de alarma la dio la madre de una de las niñas afectadas. La madre, ginecóloga, cuenta en el pódcast que, a pesar de conocer perfectamente el cuerpo de su hija, aquella imagen falsa que la niña le enseñó le hizo dudar. Lo llamativo de este episodio de Black Box es que el objetivo de los periodistas es encontrar a los creadores de esa app. Esos creadores, que no quieren dar la cara, curiosamente dicen que hicieron esa app para que la gente pierda la vergüenza a mostrarse desnudos. Tan seguros no deben de estar cuando se esconden tanto.

En aquella ocasión no hubo extorsión organizada, pero usando esa misma app seguro que se están produciendo casos. Aquí no se trata solo de insistir una y un millón de veces más que no se compartan fotos de menores a través de ninguna plataforma digital (con candado o sin él), es que hay que educar a los niños (varones) para que entiendan que el cuerpo de las niñas o de las mujeres no les pertenece, ni física ni digitalmente, por tanto, no pueden hacer uso de él como ellos quieran. En este episodio del pódcast ‘There are no Girls on the Internet‘ explican muy bien esto último, a raíz de Sam Altman (¡vaya!) «usando» la voz de Scarlett Johanson a pesar de no haber dado ella su consentimiento (de hecho: habiéndose negado explícitamente):

3. Y, para terminar, a veces, el peligro, empieza en casa.

Si alguna vez has hablado conmigo de menores y tecnología me habrás oído decir una y mil veces que no subamos la intimidad de los menores a las redes sociales, ni sus fotos, ni sus vídeos, ni sus audios, ni sus anécdotas. Su vida les pertenece a ellos y a ellas. Son ellos y ellas quienes decidirán, cuando sean adultos, qué tipo de huella digital quieren tener. Es curioso que precisamente los que no nos cansamos de decir que menos mal que no había móviles cuando éramos adolescentes seamos la generación que inunda redes con la vida de sus menores. Subir datos como sus fechas de nacimiento (pregunta de verificación en muchos servicios online), a qué cole va (o fotos con el uniforme: ojo con los depredadores sexuales de menores), anécdotas que a ti te parecen graciosas pero a ellos les dan mucha vergüenza, vídeos que se convierten en memes o en virales (¿cuántas veces me habrá recomendado Meta el vídeo de la niña que no quería más espaguetis pero le decía a su madre que estaban buenísimos? ¿y el de la niña italiana que quería llevar falda al colegio? ¿y el de la niña británica que se queja del precio de los helados?) o fotos y vídeos sin más (o con más: usando un hashtag que permita identificar a los menores a lo largo del tiempo: deep fake seal of approval) son cosas sobre las que deberíamos tener mucho más cuidado. Las agencias de protección de la infancia asi como las policías de medio mundo incluida la Guardia Civil española y la Policía Nacional, pasando por Europol ya han dicho que las redes de pederastas están usando deepfakes de menores hechos con las fotos que sus familias publican online (también con candado porque nunca sabemos quienes son de verdad los que están al otro lado), y que esos deepfake son de foto y de vídeo y que ellos pueden borrarlos de servidores cuando los encuentran, pero que esas imágenes se van a quedar ahí para siempre…

En el otro lado de todo este asunto, ya hay familias agrupándose para exigir que se regule mejor el uso de pantallas y redes en menores. En Reino Unido hay un movimiento de familias que reclaman que se regule la edad de acceso a los móviles por parte de los menores. El movimiento (https://smartphonefreechildhood.co.uk/) partió de una madre que se sintió muy contrariada por la presión de grupo a la que se vio sometida su hija cuando todos sus compañeros de clase tenían móvil con conexión a internet, menos ella. Compartió su frustración en redes y muchas familias se unieron a ella para reclamar que hubiese un consenso social para la edad mínima a la que los menores podían acceder a móviles conectados. Existe un movimiento similar en España de familias que reclaman lo mismo: no tanto la regulación desde la administración como el consenso entre las familias para que no se les empiecen a dar móviles a los menores desde los 11 años (ay).

El psicólogo Jonathan Haidt, autor del bestseller ‘The anxious generation‘ es uno de los grandes impulsores de este movimiento de alejar a los niños y las niñas de las pantallas no supervisadas (WSJ: Jonathan Haidt Blamed Tech for Teen Anxiety. Managing the Blowback Has Become a Full-Time Job.) . En sus redes sociales da algunas recomendaciones prácticas y llevables a la práctica, pero vuelvo al párrafo anterior, si no hay un consenso entre las familias, no vamos a poder avanzar. Esta semana (junio 2024) ha lanzado una propuesta en la que invita a los jóvenes a pasar los viernes desconectados. El vídeo promocional de los #PhoneFreeFriday a mí me parece demoledor, es muy injusto lo que le hemos hecho a estas generaciones:

Si bien es cierto que la publicación de Haidt no viene libre de polémica: Candice L. Odgers, de la Universidad de California en Irvine, rebatió los argumentos de Haidt en la revista Nature (lo recoge este artículo de eldiario.es) y sostiene que no hay evidencia científica que avale el impacto negativo de las pantallas en adolescencia. Este post no pretende esclarecer un debate científico, claro, pero es recomendable la lectura el informe publicado por ONTSI «Impacto del aumento del uso de Internet y las redes sociales en la salud mental de jóvenes y adolescentes» y el informe ‘Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad‘.

Volviendo al tema de la exposición de los menores en la red por parte de las familias, lo voy a llevar a un punto extremo que creo que es una de las cosas que más me ha repugnado en temas de crianza de las que he oído en mi vida. Yo lo escuché en un pódcast de tecnología (¿sería Hard Fork? Es que no consigo acordarme/ encontrarlo) donde estaban comentando al reportaje del NYT: ‘A Marketplace of Girl Influencers Managed by Moms and Stalked by Men‘.

El resumen: se sabe que las y los influencers con peques que muestran a sus hijos online tienen mucho más engagement (más likes, menos tasa de abandono, más followers, más compartidos, más comentarios: lo que le gusta a las plataformas y hace que te enseñen más). En un reportaje leí hace tiempo que si además el peque estaba enfermo, el engagement se disparaba, lo que hacía que las familias que necesitaban dinero y hacían GoFundMe para pagar los gastos médicos hicieran estas cuentas en IG con sus hijos tan morbosas y explícitas en muchos casos. Volviendo al NYT, el reportaje demostraba que cuanto más se veía al peque y menos ropa llevaba -por ejemplo: si estaba en bañador-, más likes y más comentarios se llevaba la mamá influencer. Y que un porcentaje altísimo de seguidores de esas influencers eran señores (hombres) de cierta edad. Y que eran esos hombres de cierta edad los que hacían like a las fotos de los menores, en especial, las de poca ropa. Y que las mamás influencers que lo sabían, habían dicho algo equivalente a «gajes del oficio» y lo habían seguido haciendo. Ahora que los peques de las y los primeros influencers están llegando a los 18 años, algunos están denunciando a sus familias: puede ser por quedarse con sus ganancias económicas (en Illinois se está preparando una ley para que les puedan denunciar), puede ser por explotación laboral o puede ser por haberles robado la infancia y la intimidad: Influencer Parents and The Kids Who Had Their Childhood Made Into Content. “Nothing they do now is going to take back the years of work I had to put in.” La mayoría de las familias no son influencers así que entiendo que mucha gente no se dé por aludida con estas cosas. Pero sin darnos cuenta, reproducimos los patrones a los que estamos expuestos, lo aprendidemos de ver a las mamás influencers y lo reproducimos automáticamente: aprendizaje vicario y terminamos convirtiendo la foto más trivial de nuestros menores en una publicación en redes digna de ser portada de Vogue infantil.

Y para acabar este post que empezó como «voy a recopilar una serie de enlaces para tenerlos a mano» y va a acabar en tesis doctoral, está el tema del contenido que les llega a los menores cuando hacen navegación no supervisada por internet. Sabemos que los menores pierden horas de sueño por culpa de las pantallas. Y no solo porque la luz de las pantallas altera los ritmos de sueño, es que se pasan las noches navegando, enganchados, a escondidas de sus familias («Se duermen en clase porque pasan toda la noche con las redes sin que sus padres lo sepan»: la alerta de directores de instituto sobre el uso del móvil). ¿Y qué ven en ese tiempo?

«Ellos no buscan el porno, el porno les encuentra a ellos» (vídeo entero «El porno no es sexo: el impacto en la infancia«). Este es otro de los temas a regular de la prescricpión de contenidos que hacen las redes: el porno. Sabemos que desde los 8 años a los niños les empieza a llegar de forma esporádica este contenido cuando están en YouTube. De forma habitual a partir de los 12 años. Y como en el otro lado de la báscula tenemos a familias impidiendo que profesionales cualificados les den educación sexual a los menores en el aula pues tenemos la tormenta perfecta (menores desinformados, menores desprotegidos). No me voy a detener más en este tema, porque es un tema de una envergadura inabarcable y va a necesitar un post adicional. Pero sabemos que ese contenido es lo que les sale en el móvil o en el ordenador cuando navegan sin supervisión (aquí se incluye lo de no utilizar YouTube como chupete para que el bebé esté callado en el metro o el restaurante).

¿Qué más contenido les llega? Contenido de extrema derecha. Ahí tenemos a chavales pagando mil euros por hacer burpees y levantarse a las 5 de la mañana porque si no son unos perdedores. En el pódcast «Europe Talks Back» analizan la radicalización hacia la extrema derecha que se está viviendo por culpa de las redes sociales y cómo este contenido hace especial mella entre los adolescentes:

En esta línea, y aunque el pódcast y la investigación de la que en él se habla iba enfocada a mujeres, creo que la entrevista que Jonathan Van Ness le hace a la doctora Eviane Leidig sobre su libro «The Women of the Far Right: Social Media Influencers and Online Radicalization» es muy clarividente para entender cómo opera la extrema derecha para diseminar su discurso a través de las redes sociales y que parezca algo inocuo.

Esto, que pretendía ser un post para recopilar algunas de las cosas que he leído o escuchado en las últimas semanas sobre el tema menores y redes sociales, se ha terminado convirtiendo en algo mucho más largo de lo que tenía previsto. .Si has llegado hasta aquí, espero que te haya ayudado a entender todas las variables que están en juego al tomar la dificilísima decisión de cuándo darle móvil a tus hijos o hijas (y sé que es difícil, que la presión de grupo sumada a la adolescencia es tremenda fusión nuclear). Tenemos claro que los menores no deben fumar, ni beber alcohol (aunque seamos tan laxos con esto en este país), ni quedarse toda la noche en la calle: deberíamos intentar aplicar esa misma sensatez a lo digital.

[Actualización 13/06/2024}: Este artículo de la revista TELOS que plantea alternativas a la prohibición de pantallas ¿PROHIBICIÓN DE PANTALLAS EN MENORES? El bienestar digital como derecho y la educación mediática como propuesta