No me gusta ser muy obvia pero es inevitable no ambientar este post con David Bowie:
La ciencia ficción espacial debería gustarme más de lo que me gusta, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que me gusta especular con futuros posibles, pero lo cierto es que no entro mucho, o no con el estándar de Ciencia ficción, al menos, aunque es verdad que el concepto «marcianos» ha estado muy presente desde siempre en mi lado lúdico. Así, la posibilidad de viajar a Marte como algo real me pilló muy desprevenida. Probablemente, la precuela que me debería haber puesto sobre aviso sucedió en unos Exconxuraos en Posada de Llanera. Compartí mesa con un amigo de mi familia, un señor interesantísimo que se dedica a «cosas del espacio» (no exactamente, pero dejémoslo así, por anonimato). Iba o volvía de un congreso sobre legislación espacial. Fue una de esas veces que algo me llama tanto tanto la atención que parece que se me abrieron las puertas del cerebro de par en par y que las neuronas me chisporrotean. Me estuvo contando algunas de las cosas que eran objeto de debate en este tipo de congresos: qué pasaba si había un asesinato entre astronautas de distintos países en una estación internacional o, lo que más me voló la cabeza, los debates sobre colonización. Me explicó que las naves que viajaban al espacio tenían que estar absolutamente desinfectadas porque si se llevaba cualquier tipo de forma de vida terrestre a otro planeta y sobrevivía en ese planeta, se podía considerar (o no, en ello estaban) que lo estábamos (los humanos) colonizando. Aquella anécdota, contada sin más afán que compartir la pasión por algo, creó un mundo nuevo en mi cabeza, un lienzo en blanco, una caja llena de puzzles y nudos que deshacer, todo por aprender y preguntar en todos los ámbitos del conocimiento. Pero se quedó ahí latente, siempre con tantas cajas a medias en la cabeza, Años después, mi paso laboral por el sector de la movilidad me enseñó que los viajes espaciales eran una de las categorías a observar. No era algo que podría pasar, era algo que estaba pasando. Ahí aprendí sobre los viajes privados al espacio, sobre agencias… y si bien es cierto que el tema de la colonización aparecía de forma tangencial de vez en cuando, lo cierto es que no terminé de prestarle atención. La caja de Marte se seguía llenando pero seguía ahí, esperando. Hasta que hace unos meses, la caja estalló.
Imaginar los viajes espaciales y la colonización de Marte ya no me parece cosa de señores ricos de Texas sino una fantástica herramienta para jugar con futuros especulativos. Como muestra de su utilidad, el informe anual de tendencias Tech Trends Report de Future Today Institute tiene una sección dedicada al Espacio; y el Copenhaguen Institute of Futures Studies también ha publicado un informe sobre exploración espacial: «Future of Space Exploration«.
Y una vez que he entendido esto como el juego que es, todos esos links que se habían quedado esperando en la caja de Marte han decidido abrirse para ofrecerme una galaxia (wink wink) de preguntas sobre las que pensar. Voy a recopilar algunas de ellas porque los juegos son más divertidos cuantas más personas haya jugando. Por supuesto, hay especialistas de todos los ámbitos que han dedicado su carrera profesional a pensar sobre este tema. No pretendo, claro, frivolizar ni ser ni exhaustiva, ni objetiva, ni nada. Con toda mi humildad y consciente de que me estoy metiendo donde no sé, planteo esto como un juego de preguntas para quienes son tan poco conocedores de la materia como lo soy yo.
¿Cómo suena (y cómo es) Marte?
En este archivo audio de la NASA hay un banco de algunos de los sonidos que están recogiendo con Perseverance en Marte (el archivo tiene más formatos además del audio).
¿Cómo sería vivir en Marte?
El experimento CHAPEA de la NASA tiene como objetivo entender, a través de distintas misiones-experimentos, cómo sería habitar Marte. Para una de las misiones, recientemente se han pedido voluntarios que quieran pasar un año en una simulación del planeta rojo. Ha habido una avalancha de candidaturas. La mayoría de estas personas declaran estar dispuestas -a priori- a ir a Marte, también. Escuchar los testimonios de esas personas voluntarias, muchas de ellas señalando que saben que su viaje a Marte sería solo de ida, es muy interesante y se puede hacer en este episodio del pódcast ‘The Sunday Read’:
Hay más sobre este tema en este artículo: Why Thousands Of People Are Willing To Die On Mars. He estado pensando en si yo me iría y qué motivos me harían ir y la verdad es que, de momento, solo se me ocurren motivos para no querer ir. Dentro de las misiones que el proyecto de la NASA tiene, ya hay una tripulación que ha pasado un año completo en un entorno simulado de Marte. Por lo visto, pasaban mucho tiempo viendo la tele. A ver si la TDT y el streaming llegan a Marte… Esta es su reacción al salir:
Este es el simulador de Marte que está usando la NASA en dicho proyecto CHAPEA:
China también ha construido una réplica de Marte para entender cómo sería vivir allí. Hay muchas cosas que entender: temperatura, gravedad, alimentación, residuos…:
Respecto a la comida, los space farmers cultivan plantas fuera de la Tierra. Hay varios ejemplos, como la misión Veggie de la NASA o China cultivando algodón en la Luna .
CNA Insider plantea en estos dos vídeos cómo la agricultura espacial podría, además, mejorar la agricultura en la Tierra.
Esta semana (finales de agosto de 2024) se ha anunciado que los turistas espaciales podrán comer una edición de Doritos diseñados para ser comidos durante su viaje por el espacio: Cool Ranch Gravity Zero Doritos.
La ciencia ficción ha imaginado muchas veces cómo sería Marte, cómo serían sus habitantes, cómo sería vivir allí… De todo el catálogo de cosas que hay que conozco, me quedo con este álbum ilustrado:

‘Una ciudad en Marte‘, escrito por Sheddad Kaid-Salah Ferrón, Miquel Sureda Anfres, Guillem Anglada-Escudé, con ilustraciones de Eduard Altarriba y publicado por la Editorial Juventud, analiza paso a paso todo lo que tendría que suceder y cómo para que los seres humanos habitáramos Marte. Es una delicia de libro, está recomendado a partir de 10 años y eso incluye a cualquier persona adulta que quiera aprender o disfrutar.
Y mientras llega la humanidad a Marte, los robots ya se pasean por su superficie tratando de buscar agua o alguna forma de vida detectable por los humanos y sus artefactos (este es el canal de YouTube de Perseverance). Gracias a estos robots, ha habido algunos descubrimientos recientes, como el descubrimiento de agua y de señales de posible vida microscópica en el pasado.
Y una vez que nos estableciéramos en Marte, y partiendo de la hipótesis de que el viaje fuera sólo de ida, quienes habiten allí tendrían que procrearse ¿no? Pues esto, que parece tan «normal» nos lleva a otra batería de preguntas. Escuchando el episodio ‘Asteroid mingin & interplanetary Economies with J.L. Galache‘ del pódcast Mind & Machine: Science & Tech of Maximizing Human Capability por algo relacionado con la minería espacial, tuve noticia del debate sobre el impacto que tendría en la especie humana la gestación de bebés (humanos) en condiciones atmosféricas y gravitacionales diferentes a las de la Tierra, lo que podría hacer que hubiera mutaciones que no solo afectaran a esos bebés nacidos en otro planeta sino que serían mutaciones epigenéticas que tendrían impacto sobre la especie humana. La persona que plantea el debate dice que, como el impacto es sobre la especie humana y no sobre los individuos, no deberían nacer bebés en Marte y no deberían ser los colonos quienes lo decidieran. Estaba pasando patrones a telas y cortándolas cuando estaba escuchando ese pódcast y me voló tanto la cabeza el debate -sobre el que estoy lejísimos de tener opinión formada- que no pude seguir cosiendo. Este es el episodio. Creo que fue la primera vez que oí hablar sobre la llegada de la humanidad a Marte como algo plausible y relativamente inminente (como especie, no como individuos):
Desde el punto de vista ético hay toneladas de preguntas que responder. En 2015, la filósofa Janet D. Stemwedel se preguntaba si era ético colonizar Marte. Poniendo el foco en el término «colonizar» y lo mal que ese concepto se ha llevado siempre con la historia de la humanidad, plantea también otras dudas como el impacto que tendría la colonización sobre el resto del sistema solar. En contra de la colonización de Marte se mostraba también en 2018 Zahaan Bharmal en The Guardian. Algunos artículos más sobre este tema: If Humanity Is to Succeed in Space, Our Ethics Must Evolve, ¿Cómo será la ética de la exploración espacial? (Wired) , Por qué necesitamos una ética espacial (The Conversation).
Entra en este terreno de las humanidades, también, el tema con el que empecé a entrar en este mundo (wink wink otra vez): la legislación. En la entrada en Wikipedia para «Derecho espacial» se puede consultar el histórico de los distintos acuerdos que han existido respecto al derecho espacial, que actualmente están regulado por la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA) (este es el último informe anual que han publicado). En 1966 se firmó un acuerdo sobre Espacio Exterior: 2222 (XXI). Treaty on Principles overning the Activities of States in the Exploration and Use of Outer Space, including the Moon and Other Celestial Bodies. En este enlace se puede encontrar el estado de cosas respecto a los acuerdos internacionales sobre Espacio Exterior, incluyendo la luna y otros cuerpos celestiales (es poético ¿eh?).
En Europa, además de la Agencia Espacial Europea, existe un Think Tank para temas del espacio, el European Space Policy Institute. Y este es el documento de futuros espaciales que proponen: ‘Future of Space Exploration. Strategic Scenarios for European Space Exploration 2040-2060.» (ya señalado más arriba, ya que lo ha elagorado el Copenhaguen Institute for the Future). En España hay una Agencia Espacial Española y hay un PERTE Aeroespacial para contribuir a impulsar este área.
Sara García y Pablo Álvarez son los dos astronautas españoles de la ESA.
En una entrevista a Pablo Álvarez en El Faro contaba que hay un número limitado de trajes de astronauta y que a ti te adaptan el de alguien que lo usó antes. Y que estaba deseando que llegara su traje para saber a quién había pertenecido.
En el tercer episodio del pódcast ‘Hechos reales’, «Medio segundo», cuentan la historia de Carlos González, técnico español de la NASA que participó desde la base de Fresnadillas de la Oliva, en la llegada de la humanidad a la Luna. Es un episodio muy emocionante donde le oímos a él mismo contarlo. Carlos González falleció hace unas semanas (según contaron desde True Story en Twitter), así que escuchar su historia, aunque sea mirando al pasado, es lo más bonito que podemos hacer como homenaje.
Pero ¿y cómo llegamos a Marte?
La carrera espacial que empezó hace más de 7 décadas ha sufrido un gran cambio con la llegada de empresas privadas a la construcción de naves y a los viajes espaciales. Algunas empresas tienen el foco en los viajes espaciales profesionales y otras, además (o solo), tienen el foco puesto en el negocio turístico de los viajes espaciales (porque el negocio turístico ya estamos viendo que es una cosa que se nos da fenomenal y no tiene impactos ni consecuencias).
De las compañías que están haciendo viajes espaciales turísticos (hay más que las que aquí señalo y varios proyectos en pruebas) tenemos a Blue Origin de Jeff Bezos (ese momento de Jeff Bezos llegando con el sombrero texano a la nave…):
…a Virgin Galactic, de Richard Branson…:
… o la española Halo Space, que tiene como objetivo hacer viajes con cero emisiones.
Parece que hay otro tema más del que preocuparse con los viajes turísticos al espacio: «Space tourists and crew suffer high radiation risks – regulation is needed to protect them«.
Una de las personas que más se ha puesto a sí misma en el foco con el tema de los viajes espaciales es, cómo no, Elon Musk. SpaceX es la empresa que fundó para los vehículos espaciales (esto incluye el proveedor de internet Spacelink). Tras varios intentos que han acabado mal, la nave Starship no ha explotado y ha conseguido salir y llegar de la Tierra (Starship es el vehículo que la NASA ha elegido para su vuelta a la luna). SpaceX afirma que ya están listos para la primera caminata espacial comercial de la historia. Polaris Dawn tenía fecha prevista para este 27 de agosto (de 2024) (actualizado a 23/08/2024, la fecha inicial prevista era 26/08/2024). SpaceX no son los únicos que tienen problemas para llegar a la fecha de entrega comprometida con la NASA: uno de los cohetes de Blue Origin explota durante uno de los tests y es posible que no lleguen para la EscaPADE mission de la NASA prevista para fin de año. Del coste medioambiental de todo esto, hablaremos en otra ocasión…
Y hasta que lleguemos a Marte…
En 2020, en pleno parón por la pandemia y con el mundo industrial ya en problemas por la falta de algunos materiales raros fundamentales para la tecnología actual -sobre todo para los chips-, empecé a leer sobre la minería espacial: coger de los asteroides los materiales que ya casi no hay en la Tierra. Sobre la Geopolítica del Espacio hizo un gran trabajo (como siempre) la Revista 5W y también es parte de la conversación en el episodio antes referido de Mind & Machine:
Pero claro, a fuerza de querer ir al espacio -y de ir, de hecho-, lo hemos llenado de basura. Basura que solo nos preocupa, aparentemente, por el riesgo que existe de que nos caiga encima. Como decía el artículo de Janet D. Stemwedel, todo lo que hacemos en el espacio deberíamos pensarlo también desde el punto de vista del impacto en el sistema solar y las alteraciones que pudiera haber, pero a la hora de mandar satélites y naves al espacio a lo loco, parece que se nos olvida que, cuando se diseña un producto, hay que tener en cuenta, también, cómo deshacerse de él. La NASA ha diseñado un plan para limpiar la basura espacial. Se nos está dando regulín lo de los océanos; espero que vaya algo mejor lo del espacio.
Y esto es todo lo que he sido capaz de recopilar sobre la ya no tan imposible llegada de la humanidad a Marte. Los enlaces que he ido añadiendo al texto son los que permiten llegar a más capas de profundidad, asumo que mi resumen es muy escueto.
La ciencia ficción espacial que me gusta no es muy mainstream. Yo de verdad que intento entrar en guerras del espacio, dunas infinitas o invasiones de marcianos, pero es que lo de estar todo el día de bronca interespacial no me engancha. Así que aquí pongo algunas de las cosas del espacio que sí me han gustado:
Apolo 10 y 1/2: una infancia espacial, una peli animada de Richard Linklater (en Netflix).
OVNIs, una serie de imagen real de Antony Cordier (en Filmin).
¡Universo!, un cómic de Albert Monteys publicado por Astiberri.
Somos Probetus, un cómic de César Verdúguez. publicado por Cartem Cómics